He asistido a la charla-coloquio sobre «Educación Inclusiva» de Ignacio Calderón Almendros. ¡Tenía mucha gana de desvirtualizarlo!
Una charla de la que saco unas ideas básicas que me parecen muy interesantes:
- Las CARTOGRAFÍAS sobre lo que pensamos que otros deben hacer (prejuicios) y en base a las cuales establecemos la «normalidad».
- Los profesionales como OPRESORES que deben hacer comprender, negar su legitimidad, buscar la certidumbre y aceptar la realidad.
- La COSIFICACIÓN de la discapacidad, donde la persona pasa a ser una «cosa» (nombre o etiqueta con la que se le ha diagnosticado).
Nos habla de los conceptos de discapacidad según el modelo médico y el modelo social. En el primero se establece un «molde» y una «presión» para las familias que deben asumir la discapacidad y la persona afectada a la que intentamos «normalizar». En el modelo social «sacamos el problema del cuerpo y lo instalamos en la sociedad».
Se plantea el conflicto como posibilidad cuando la persona se pregunta «Yo, ¿por qué no?». Es necesario hacerse la pregunta adecuada para acercarse a respuestas diferentes.
Analiza el vocabulario de los informes psicopedagógicos: retrasado, desfasado, déficit, merma, aceptable, por debajo, nivel bajo, debajo de la meda, deterioro, lenta, deficiente, limitaciones, minusvalía…. Y nos hace reflexionar sobre «ACEPTABLE», refiriéndose a la necesidad de «aceptar» esa discapacidad para «conformarnos». ¡Duro pero real!
Nos invita a RECONCEPTUALIZAR la discapacidad:
- No es una enfermedad
- Es una condición.
- Es diferente en pensar, sentir, percibir y expresar.
Se hace necesario rehacer los discursos y luchar por los derechos a nivel estructural, relacional y personal.
La educación inclusiva necesita cambios en la organización, motivación, disciplinas, aprendizaje y sobre todo en el profesorado. Debemos cuestionarnos las creencias sobre el nivel, los agrupamientos, los diagnósticos y buscar el sentido de lo que hacemos: ¿Para qué nos educamos si no supone cambiarnos ni cambiar el mundo?
«Educar como acto inicial de igualdad» (Carlos Skliar)
Tras su exposición se inicia un interesante coloquio, donde, aunque parezca mentira en los tiempos que corren, se dan a conocer casos de familias afectadas por carencias en atención a la escolarización de sus hijos e hijas. Es lógica la pasión que ponen en sus intervenciones. Sin duda, la educación inclusiva tiene mucho camino por recorrer aunque estemos avanzando, no es suficiente. Una madre reclama «presencia, participación y progreso» para que la inclusión sea real y no sólo integración.
Por parte del profesorado asistente se corrobora la necesidad de cambio, de recursos, formación aunque se reconocen buenas prácticas que deben generalizarse.
Un punto de partida para seguir pensando que el DUA (Diseño Universal PARA el Aprendizaje) es una herramienta a tener en cuenta en vías de conseguir una Educación Inclusiva.
¡Gracias Nacho por ampliarnos la mirada sobre la inclusión! ¡Otra Escuela es posible y estamos en ello! #AlLío